La seguridad que proporciona el estado a través de sus instituciones y distintas organizaciones “NO es suficiente”. Como resultado de análisis desarrollados durante varios años de recolección de información académica, entrevistas, experiencias en trabajos de campo en diferentes países y mi propia experiencia personal, he llegado a esta conclusión que además es evidente para muchos.
La realidad es que a pesar de las buenas intenciones y todos los recursos destinados para la disminución del crimen y la violencia, vemos cada año estadísticas que son poco alentadoras; así lo perciben las personas en Latinoamérica y queda evidenciado en una encuesta de Latinobarómetro de años recientes en la que se afirma que el tema de la seguridad es una de las preocupaciones de mayor impacto en la sociedad Latinoamericana, en algunos países por encima del desempleo y la corrupción.
Entonces la pregunta es ¿Qué podemos hacer?
En vista de esta realidad, es imperativa la necesidad de una transformación en la cultura de seguridad, en la que cada individuo entienda de manera clara y consciente la responsabilidad que tiene de su propia seguridad y la seguridad de las personas a su alrededor, para de esta manera poder tener resultados reales en la reducción de hechos delictivos y generar bienestar colectivo.
No me refiero a tomar la justicia por sus propias manos ya esto que solo generaría una espiral de violencia interminable, propongo, adicional a todos los mecanismos de seguridad y control establecidos en diferentes niveles de la sociedad, un cambio cultural que permita a cada ciudadano la implementación de mecanismos de prevención consciente para evitar la ocurrencia de hechos delictivos. Una cultura de autocuidado.
La universidad de Cambridge y la OMS en el documento titulado “Global strategies to reduce violence by 50% in 30 years” mencionan lo siguiente: “…Donde se ha logrado una reducción de la violencia en el pasado nunca ha sido por un programa en particular. La reducción en la violencia ha sido por un sistema integral y un cambio cultural total…”
Sin la participación de la sociedad civil es imposible lograr una disminución de los niveles de violencia. Es absolutamente necesaria la participación consciente y preventiva del individuo. No se puede tener resultados favorables mientras los ciudadanos se consideren ajenos y sin posibilidades de agregar valor en la consecución de un ambiente seguro.
El cambio en la cultura de seguridad debe promoverse desde todos los escenarios y el momento perfecto para iniciar este cambio es ahora; tomará tiempo y esfuerzos, de esto no hay dudas, sin embargo, los resultados serán evidentemente positivos para todas las sociedades.
